LA TRIBU ANTONIO G. BARBEITO
Una de las mayores alegrías que me llevo al ver los informativos de la televisión es cuando en la información meteorológica dicen que hará “mal tiempo”, porque es señal inequívoca de que nos ha tocado la lotería del cielo y que va a llover, a Dios gracias. La lluvia, la pobre, ha cargado con el mote de “mal tiempo”, por más necesaria que sea cuando así la anuncian. Se lleva dos meses lloviendo y no paran de decir una y otra vez cosas así o parecidas: “Al menos durante las próximas cuarenta y ocho horas, continuará el mal tiempo”, y quien tiene las tierras muertas de sed y al ganado sin verde que llevarse a la boca, loco de contento, pero parece que hablan para quienes han salido de su casa andando y se les ha olvidado el paraguas y el impermeable (qué antigüedad) y no tienen portal donde meterse; o dicen otra coplilla: “Sigue la inestabilidad atmosférica”, y esto lo dicen por más estables que estén las lluvias, que no hay quien las mueva de su son diario. Viva la inestabilidad.
Uno recuerda la voz de la gente del campo, tras un largo tiempo de sequía, cuando miraba al cielo y, si veía señales de lluvia, daba un parte de alegría: “La cara de la tarde es de llover mucho esta noche… Dios lo quiera.” Estos informadores de hoy, sálvese el que pueda, nunca hablan de mal tiempo cuando está el sol fuera, y a lo mejor llevamos siete meses de calor, solano y sin la mínima esperanza de que llueva, y hay que aguantar diariamente que nos digan “Continúa el buen tiempo…” ¿Buen tiempo, y a lo mejor lleva casi un año sin llover? ¿Va a ser buen tiempo un solanazo que lo estropea todo? ¿Es buen tiempo un otoño de soles primaverales sin que la tierra tenga un mal jugo que llevarle a la semilla? ¿Es buen tiempo una otoñada sin un chaparrón a la que se pronto empiezan a venirse las heladas, por más que haya muy buena luz y buena temperatura para irse a los pinares a comerse una tostada o a la playa a darse un chapuzón? Por eso me encanta este “mal tiempo”, este bendito mal tiempo, este buen mal tiempo, estas lluvias que vienen, como tantas veces, como casi siempre, a ponerlo todo en su sitio, a enrasar el invierno, a planificar la primavera, que a ver qué clase de primavera vamos a tener, si en el telar de los días no se cuelgan los mil hilos del agua que tejen la luz que ya está avisando. Bendito mal tiempo. Seguid, seguid, hechiceros de los telediarios, hombres y mujeres de las isobaras y los mapas, de las presiones, de los anticiclones y los frentes nubosos… Seguid, seguid diciendo “mal tiempo”. Es la más clara señal de que Dios no anda lejos.
A. García Barbeito.
Una de las mayores alegrías que me llevo al ver los informativos de la televisión es cuando en la información meteorológica dicen que hará “mal tiempo”, porque es señal inequívoca de que nos ha tocado la lotería del cielo y que va a llover, a Dios gracias. La lluvia, la pobre, ha cargado con el mote de “mal tiempo”, por más necesaria que sea cuando así la anuncian. Se lleva dos meses lloviendo y no paran de decir una y otra vez cosas así o parecidas: “Al menos durante las próximas cuarenta y ocho horas, continuará el mal tiempo”, y quien tiene las tierras muertas de sed y al ganado sin verde que llevarse a la boca, loco de contento, pero parece que hablan para quienes han salido de su casa andando y se les ha olvidado el paraguas y el impermeable (qué antigüedad) y no tienen portal donde meterse; o dicen otra coplilla: “Sigue la inestabilidad atmosférica”, y esto lo dicen por más estables que estén las lluvias, que no hay quien las mueva de su son diario. Viva la inestabilidad.
Uno recuerda la voz de la gente del campo, tras un largo tiempo de sequía, cuando miraba al cielo y, si veía señales de lluvia, daba un parte de alegría: “La cara de la tarde es de llover mucho esta noche… Dios lo quiera.” Estos informadores de hoy, sálvese el que pueda, nunca hablan de mal tiempo cuando está el sol fuera, y a lo mejor llevamos siete meses de calor, solano y sin la mínima esperanza de que llueva, y hay que aguantar diariamente que nos digan “Continúa el buen tiempo…” ¿Buen tiempo, y a lo mejor lleva casi un año sin llover? ¿Va a ser buen tiempo un solanazo que lo estropea todo? ¿Es buen tiempo un otoño de soles primaverales sin que la tierra tenga un mal jugo que llevarle a la semilla? ¿Es buen tiempo una otoñada sin un chaparrón a la que se pronto empiezan a venirse las heladas, por más que haya muy buena luz y buena temperatura para irse a los pinares a comerse una tostada o a la playa a darse un chapuzón? Por eso me encanta este “mal tiempo”, este bendito mal tiempo, este buen mal tiempo, estas lluvias que vienen, como tantas veces, como casi siempre, a ponerlo todo en su sitio, a enrasar el invierno, a planificar la primavera, que a ver qué clase de primavera vamos a tener, si en el telar de los días no se cuelgan los mil hilos del agua que tejen la luz que ya está avisando. Bendito mal tiempo. Seguid, seguid, hechiceros de los telediarios, hombres y mujeres de las isobaras y los mapas, de las presiones, de los anticiclones y los frentes nubosos… Seguid, seguid diciendo “mal tiempo”. Es la más clara señal de que Dios no anda lejos.
A. García Barbeito.